Haces mi cama,
limpias mis pisos,
bañas, vistes
y entalcas a mis hijos.
Lavas mis ollas,
mi baño,
hasta mis calzones
y sus calzoncillos.
Revisas tareas,
escuchas reclamos,
calientas almuerzos,
y los lechos fríos.
Por un salario de mierda
¿y todavía me llamas señora?
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