martes, 22 de febrero de 2011

Haces mi cama,

limpias mis pisos,

bañas, vistes

y entalcas a mis hijos.

Lavas mis ollas,

mi baño,

hasta mis calzones

y sus calzoncillos.

Revisas tareas,

escuchas reclamos,

calientas almuerzos,

y los lechos fríos.

Por un salario de mierda

¿y todavía me llamas señora?

martes, 15 de febrero de 2011

Hoy quiero regalos

No es que no quiera regalos,

los he querido siempre.

Quiero curules en el congreso,

quiero ser tratada como la gente.

Que el pedazo de pollo que comerá mi hermana,

sea de igual tamaño que el de mi padre.

Quiero a mi mamá en la mesa mientras cenamos

y no de arriba a bajo trayendo trastos.

Que me paguen lo mismo,

que no me maten,

que me escuchen

sin verme a las tetas siempre.

Estoy harta hace siglos,

estoy harta de siempre,

de lavarte la ropa,

de cocinarte.

De trapearte los meados,

de consolarte,

de fingir que tus bromas aún me hacen gracia,

de hacerte creer que lo que hablas es interesante.

Estoy cansada de tantos y tantos años,

de servirte la cena,

de complacerte,

de parir a tus niños y amamantarte.

Así que hoy al igual que siempre,

el ramo de rosas te lo podés meter entre el culo,

talvez te gusta y dejás de joderme.

martes, 8 de febrero de 2011

Nuestra linda cara

Demos la cara.

Esa llena de barros y espinillas,

de nariz chata o respingada,

con patas de gallo o estirada.

Demos la cara.

Redonda, ovalada o alargada,

cachetona o escurrida,

sucia o limpia, fea o linda.

Demos la cara.

De labios rajados o jugosos,

con o sin dientes,

torcidos, amarillos

o blancos relucientes.

Demos la cara.

Para decir: ¡Basta!

Dejá de chingarme,

dejá de mentirme,

de explotarme,

de manipularme,

de usarme.

Dejá de denigrarme,

de humillarme,

dejá de darme ordenes,

dejá de reprimirme.

Dejá de atemorizarme,

de amordazarme,

de discriminarme,

de evadirme.

Dejá de violarme,

de matarme,

dejá de esconderme,

de invisibilizarme.

Dejá de darme tanta paja,

de creer que soy pendeja,

dejá de controlarme,

dejame en paz para siempre.

Dejá de hacerte el imbécil,

haciendo como que te es muy fácil,

seguir indefinidamente,

queriéndome ver la cara.

Secretos de Familia

Bueno Bernardo José,

¿qué tal estaba la puta que te compré?

Mira hijo, ahora que ya eres hombre,

debo plantearte algunos asuntos

de vital importancia para nuestra familia,

empresa y patria.

Patria es un decir,

ya que a este paisito de mierda

a donde se le ocurrió migrar a mi abuelo,

ya no le veo futuro.

El problema fundamental de Guate

son los indios, mira Bernardito,

son huevones, necios, shucos, feos y brutos.

Cuesta mucho lidiar con esa gente.

Otro gran problema en el país,

el cual afecta directamente a nuestra empresa,

es el código de trabajo.

Desde que esos malditos comunistas tomaron el poder durante diez años,

aprobaron no se cuantas babosadas de seguro social,

reforma agraria (gracias a Dios se revirtió)

y ese desgraciado código.

Bajo esas condiciones es imposible hacer que alguien trabaje y

mucho menos que produzca la plusvalía necesaria para llenarnos los bolsillos de dinero.

Tu dirás que me hace falta hablarte

del problema más importante: la inseguridad,

pues te digo que ese, no es problema, más bien,

oportunidad para fortalecernos en los

negocios de la seguridad privada.

Los que si son un grave problema,

son ese montón de idiotas,

defensores de los derechos humanos,

que andan avalando cualquier tipo de inmoralidad

y no permiten el castigo merecido a los criminales.

¡Habrase visto que no sea permitido la pena de muerte!

¿Así a donde iremos a parar?

Por último Bernardo José,

es mi deber darte un consejo de hombre a hombre.

De seguirlo depende la continuidad

de nuestra familia unida y de buenas costumbres.

Te casas con una virgen

y matas a cualquier cerote que se le acerque.

Ahora si la caliente es ella,

pues la matas a ella.

Lo imprescindible es tener el cuidado

de que jamás coja con alguien más

que no seas tú.

Nosotros,

blancos,

descendientes directos de españoles,

tenemos el pene demasiado pequeño,

cosa que no debe saberse nunca.

No debes dar a tu mujer,

ni la más mínima oportunidad de comparación.

Bueno, ya llegamos a la casa,

otro día seguimos platicando,

ya sabes que frente a tu madre y hermanas,

estos temas no se tratan,

anda a bañarte bien,

que por muy cara que fuera,

quién sabe las costumbres de esa puta cerota.

Berta

Berta era más bien tonta, a pesar de que su madre gritaba a los cuatro vientos “si vieras cómo lee la nena, es de las mejores de su clase, nunca tuve que revisarle un deber.”

El padre sentenció una tarde en que la niña escuchaba sin ser observada: “Es demasiado buena, se enamorará del primer hijoeputa que le diga que tiene ojos bonitos”, dicho y hecho ‐profecía paterna‐ se sigue enamorando de cualquier pendejo.

El ligero sobrepeso que sostuvo a base de dietas, pastillas, ejercicios, vómitos y laxantes, durante la adolescencia, tomó proporciones titánicas en la adultez, pero nunca pareció ser barrera para que aprendiera en teoría y práctica las 187 posees del ejemplar del Kamasutra que encontró empolvado en la librera a los quince años.

Al principio, selectiva al escoger con quien ponerlas en práctica, pero entre que agarró confianza y que se corrió la voz, la lista de copulantes llegó a darle cierta angustia.

Las frases “no quiero” o “no puedo”, no formaron parte de su vocabulario hasta varios años, amantes, hijos y abortos más tarde.

No pertenecer era lo normal, cambiaba de país y casa más seguido de lo que se cambian sábanas en algunos hoteles de la calzada Roosevelt.

Nunca hizo amigos muy profundos, sabía que al igual que sus juguetes, pronto habría que dejarlos de nuevo.

Defensora de los nerds, feos, pobres y huecos.

La recuerdo con nostalgia, aunque prefiero a la mujer en que se convirtió años más tarde, a ésta lo único que le quitaría seria un poco de miedo.

Ya no las hacen como antes

Te lo advertí tantas veces

que ya me tenés cansado

pero otra vez, como siempre,

hacés lo que no está indicado.

Es que de verdad te digo:

ya no las hacen como antes.

Te repetí tantas veces:

dejá de molestar tanto.

Si te lo dejé bien claro:

yo hago lo que a mi me plazca

y vos te me vas callando.

Ahora insisto, sos ejemplo

de que ya no las hacen como antes.

Hasta te veo más vieja,

más rebelde, menos quieta

y tu piel ya no es tan tersa

estás fea y mal cuidada.

Se supone que sos instruida

y que leés por las noches,

yo no entiendo cómo entonces

nunca te quedó bien claro

que simplemente no te amo.

Me entretenés a veces

y disfruto tus caricias,

pero cocinás muy malo

y tu voz siempre me irrita.

Es que en verdad no me canso

de repetirlo mil veces:

ya no las hacen como antes.

Mirá, mi mamá, una santa,

jamás alegó de nada

cocinaba, lavaba, planchaba

y jamás se molestaba

con mi padre y sus amantes.

Siento mucho las patadas

que tuve que darte anoche

pero es que ya no sé cómo

hacerte entender un día

que extraño mucho a las de antes.